La crítica literaria ha sido objeto de debate durante siglos, por lo que diversas escuelas de pensamiento proponen diferentes enfoques para evaluar obras literarias. En ese sentido, cabe resaltar que la crítica impresionista se basa en la percepción subjetiva, por otro lado surge la crítica estructuralista, que buscaba patrones y estructuras más profundas. La crítica literaria, como cualquier otra forma de análisis, debe basarse en un equilibrio entre la objetividad y la subjetividad. Entonces, un profesional dentro de una adaptación del libro debe tener un conocimiento profundo de la obra en cuestión. ¿Se puede hablar de profesionalismo y ética en una labor que no tiene una línea clara entre la objetividad y la subjetividad más que la percepción personal?
Por un lado, el impresionismo literario se caracteriza por su enfoque en la experiencia personal del lector o crítico. Se centra en las emociones y sensaciones que evoca la obra, sin buscar una interpretación objetiva o un análisis formal. Por otro lado, cabe preguntarse si al trabajar en una adaptación de un libro a streaming debe encontrarse un equilibrio entre la fidelidad de la narrativa o funciona la simple excusa impresionista “leí la historia, me identifiqué y yo creo que debe ser de esta manera”.
La línea entre profesionalismo y subjetividad
La serie "Bridgerton" ha sido elogiada por su representación diversa y su enfoque refrescante del género de época. Sin embargo, la tercera temporada ha generado controversia debido a cambios significativos en la trama y la caracterización de los personajes. En particular, el cambio en la orientación sexual y de género de dos de los personajes principales ha sido objeto de críticas, puesto que la labor de una showrunner consiste en respetar los arcos de los personajes sin alterar a grandes magnitudes la historia misma. En conclusión ¿ los cambios en cuestión se reducen a la falta de profesionalismo o tokenismo?
Es importante preguntarse si las decisiones de la showrunner presentan una falta de profesionalismo o si, por el contrario, solo es uno de los muchos intentos malogrados de trabajar la inclusión. Crear personajes LGBTQ+ en una serie de época puede verse como un paso positivo hacia una representación más diversa en la pantalla, tal como sucedió con el excelente trabajo de la historia de Brimsley y Reynolds en “The Queen Charlotte”, la precuela de la serie “Los Bridgerton”. Sin embargo, es crucial que esta inclusión se realice de manera respetuosa y también coherente con la historia original, no desde una postura impresionista y superficial como bien ha destacado la persona a cargo de la tercera temporada en sus declaraciones, cayendo en el tokenismo (práctica de incluir personas de grupos ‘minoritarios’ aparentando diversidad e inclusión) y rechazo de sus decisiones.
Un equilibrio entre fidelidad y creatividad
El debate en torno a "Bridgerton" pone de manifiesto la complejidad y dificultad de encontrar un equilibrio entre la fidelidad al material original y la libertad creativa. En última instancia, como espectadores nos corresponde decidir si las licencias creativas de la serie son justificables o no. Sin embargo, es importante que la crítica se base en un análisis profundo y argumentado, evitando caer en el impresionismo superficial o en dogmas estructuralistas. En el caso de "Bridgerton", los creadores han tomado algunas decisiones que han generado controversia, han aportado elementos nuevos y originales a la historia durante sus dos primeras temporadas y la reina Charlotte. El éxito de una adaptación depende de su capacidad para conectar con el público y ofrecer una experiencia entretenida y significativa, lo cual, por el momento, va perdiendo Bridgerton con el estreno de su tercera temporada.
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